le proclamaba su amor,
ella que lo miraba a los ojos,
en un atisbo de lucidez
vislumbra al monstruo en su retina,
pero con astucia el hombre,
baja la mirada, ocultando así a la bestia
que habita en su interior.
Se levanta de súbito mostrando un rostro angelical
y mientras la besa, ella acalla al miedo
y haciendo caso omiso a su intuición,
adormece su mente y cae en sus brazos...
La pesadilla acaba de empezar... (c)Belinda Torres
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