domingo, 30 de septiembre de 2018

No te fíes

La Luna seguía escondida y solo en algunos momentos iluminaba el cielo. La chica iba en el taxi pensativa, el taxista la miró de reojo, era una chica guapa, tenía un rostro angelical pero vestía de un modo extraño, casi infantil, pensó el taxista.

"¿No podría usted llevarme más lejos?" dijo ella casi en un susurro

"No, lo siento pero no, ya te he dicho que si no tienes dinero para ir más lejos, no hay más viaje".

Y acto seguido el taxista sin el menor miramiento paró el motor del coche y le dijo que se bajara.

La chica bajó del coche y observó la avenida, todo estaba desierto; era un barrio temido por algunos y buscado por otros, un escalofrío bajó por su espalda. El taxi ya se iba.
Ella empezó a andar, intentando ubicarse, no sabiendo muy bien qué dirección tomar se topó con una calle estrecha, las farolas estaban apagadas, suspiró y siguió andando, solo se oía el taconeo de sus zapatos en aquella oscuridad. De repente la Luna salió de su escondite y la chica se sobresaltó, delante de ella había un hombre, era alto y corpulento, tenía un cuerpo atlético, pero ya no era joven. El hombre la miró de arriba abajo y una sonrisa extraña apareció en su cara. La chica dio un paso atrás.

" ¿Qué hace una niñata tan delicada como tú por estos lares?" su voz tenía un silbido  desagradable. 
Ella haciendo caso omiso a sus palabras, intentó seguir caminando pero el hombre le cortó el paso, y si ella se iba para la derecha o izquierda, él hacía lo mismo como si de un baile grotesco se tratara.

"No niñata, para pasar hay que pagar un precio ¡ja ja!"

Y acto seguido se abalanzó sobre la chica y tirándola al suelo se tumbó encima de ella inmovilizándola, la muchacha guardó silencio cuando sintió la mano áspera del hombre bajo su falda de encaje y cerró los ojos.
El hombre muy excitado, tiró a lo bestia de la prenda interior que cubría lo que él buscaba, y haciendo añicos la suave tela le susurró: "grita, patalea y llora que eso me pone más", pero ella no opuso resistencia alguna...
Terminada su faena, el hombre se incorporó, estaba satisfecho, había disfrutado con la muchacha. Una más a su larga lista. Le gustaba humillarlas después de violarlas, se sentía superior. Buscaba lágrimas en los rostros de las chicas y se reía mientras ellas se arreglaban la ropa.
Pero la joven seguía inmóvil en el suelo y con las manos se cubría el rostro.

"¿Y bien niñata te ha gustado?" preguntó el violador riéndose.

" Pues he disfrutado algo", dijo la chica con voz extraña y acto seguido se incorporó de golpe.
La Luna que hacía su aparición, iluminó el rostro de la mujer y el hombre gritó aterrorizado, la cara angelical de la chica había desaparecido y tenía ante él un rostro demacrado de tez grisácea. Ella lo miró burlona con los ojos encendidos en sangre y sonrió mostrando sus enormes colmillos.  
El hombre palideció de inmediato, el miedo se apoderó de él y empezó a gritar -¡Dios mío eres un vampiro!- y temblando empezó a retroceder. 

"¡Grita y suplica por tu vida que eso me abre más el apetito!" le espetó la chica y se dejó caer al cuello del hombre, hincando allí sus colmillos, desgarrando la carne humana, mordiendo a la yugular y bebiendo toda la sangre del violador hasta dejarlo seco.
Terminada su comida, la chica tiró el cuerpo sin vida del hombre como si de un muñeco se tratara, se arregló la ropa, su rostro se volvió otra vez angelical y siguió andado por la calle como si nada hubiera ocurrido. 

© BT